Un blog de crítica de televisión

miércoles, 28 de marzo de 2007

AMAR EN TIEMPOS REVUELTOS


"Alá es un Dios,
y Mohamed un profeta
y tú eres la chica
que más quiero en el planeta"
Rafa Zouhier

martes, 27 de marzo de 2007

THE OFFICE USA

Las series están más de moda que nunca. Tanto La Sexta como Cuatro quieren identificarse como “la cadena de las series” y compiten por acumular Emys, Globos de Oro y premios Bafta. Este es uno de los pocos casos en los que la competencia entre cadenas beneficia al espectador. Un ejemplo: han comprado los derechos de la misma serie, pero en diferentes versiones. Hablo de la maravillosa “The Office”. La temporada pasada, Cuatro emitió la versión inglesa, la original.

Con “The Office” y “Little Britain” vuelve la ficción europea a la televisión española (ya no puedo más con "Rex", el perro policía austro-alemán). Y lo hace en su mejor frasco: humor inglés de la marca BBC, esa factoría de sitcoms con la que hemos crecido. ¡Cuántas meriendas viendo aparecer la cortinilla del Támesis!. Gracias a las cadenas autonómicas -y a nuestros hermanos mayores- nos hemos reído con míticas series de los ochenta como “Los Roper”, “The Young Ones”, “Alló Alló”, “Hotel Fawlty”.... Obviamente, además de los cuadros escoceses nos gustaban las telecomedias made in usa como “Alf” o “La Hora de Bill Cosby”, que finalmente fueron las que se repartieron el pastel. Durante la década de los noventa, las sitcoms americanas frenaron la exportación de humor inglés. Desde “Cheer’s” a “Friends” pasando por “El Príncipe de Bel Air” o “Seinfield”, el humor yanqui de la NBC arrinconó al humor británico de la BBC, que quedó reducido a Benny Hill y a Mr. Bean.

El año pasado, “The Office" pasó por Cuatro sin pena ni gloria, a altas horas y con un doblaje castrador. En estas condiciones es difícil que una serie cínica y feísta como ésta atrape a los no iniciados. Ahora estamos esperando a que La Sexta estrene la versión americana. Este fin de semana la alquilé en dvd. Y pensaba, más papista que el Papa, que estaría peor que la original. Pues no. Los americanos han creado monstruos como Steve Urkel, el primo Balki o las hermanas Olsen, pero también “Los Simpson”, “Búscate la vida” y “Frasier”, tres de las teleseries de culto más veneradas. “The Office/USA” es muy bueno. Es verdad que echo de menos al jefe de la versión inglesa -Ricky Gervais, actor, guionista y director la serie junto a Stephen Merchand- pero muchos de los capítulos de la versión NBC están escritos y supervisados por ellos mismos.


De esta fusión del mejor humor anglosajón ha salido una coproducción entre las cadenas BBC y HBO titulada “Extras”, creada por el mismo equipo de “The Office”. Después de parodiar el aceitoso mundo laboral, ahora le toca al mundo del espectáculo. El tándem Gervais-Merchant está haciendo historia en la televisión (Gervais ha salido hasta en “Los Simpson”). Se dice que La Sexta también ha comprado los derechos de esta serie. Por ahora habrá que echarse en los brazos de You Tube.

En la ficción española no vamos más allá de “7 Vidas”. No diré nada sobre el remake de “Matrimonio con hijos” que ha perpetrado Cuatro. Tampoco me detendré en hacer comparaciones entre “Camera café” y “The office” por lo doloroso del asunto para nuestra producción nacional (y para los franceses, que son unos sositos).
Pido una versión española de “The Office” (ya la han hecho en Francia, en Canadá, en Australia...) alejada de Antúnez, Cañizares, Aídas, Fruteros... e inspirada en personajes de oficina sacados de nuestra cotidianidad laboral más siniestra. Que los hay a patadas. Guionistas, inspírense en “El Verdugo” y en “Smoking Room”, por ejemplo.



martes, 20 de marzo de 2007

PROGRAMAS CON FAMOSO

Hay una tendencia televisiva que puede resumirse en la compleja fórmula de “Programa con Famoso”. Si hace años arrasó el “ponga un gay en su programa”, desde hace un tiempo la consigna es poner a los famosos a bailar, a patinar sobre hielo, a contar chistes o a visitar la Torre Eiffel. Ya no es suficiente con que nos enseñen a sus mascotas o que apadrinen pueblos en el “Gran Prix”.
Antes los famosos sólo salían de las revistas en telemaratones solidarios, ediciones especiales de concursos o programas de cocina. Después, la televisión comenzó a fabricar famosos como longanizas y los programadores adoptaron el formato VIP a todos los reality. La televisión, además de oportunistas, se llenó de viejas glorias arruinadas que aceptaban con patetismo las nuevas reglas de la promoción (desde José Manuel Soto a los hermanos Fernández Ochoa pasando por María Jesús y su acordeón, por citar tan sólo tres casos-enigma ).

Con los primeros síntomas de agotamiento de la telerrealidad más dura, la nueva tendencia son concursos inverosímiles donde ya no compiten Dinios, sino personajes populares del pelaje de Fernando Romay o Belinda Washington, que no quieren ir ni a granjas, ni a islas desiertas ni a polígrafos, y que además donan el dinero que ganan a alguna ONG (cantidad, por cierto, que suele ser insignificante en comparación con lo que cobran por participar). El objetivo es dignificar y humanizar al famoso, volver al espíritu divertido y familiar del “Waku Waku” después de la Era Tómbola. “Mira quién baila” y “El Club de Flo” son los máximos exponentes de esta tendencia.

Reconozco cierta debilidad por el “Mira Quién Baila”. A pesar de la Igartiburu y del tal Poti -contra los que yo lanzaría una fatwa-, este programa está legando imágenes irrepetibles a la historia de la televisión. Momentos casi oníricos, como ver a la nieta de Franco salida como una perra, a María del Monte bailando hip hop o a la Jesulina moviéndose a ritmo de vals vienés. “El Club de Flo”, en cambio, con todo su buenrollismo de monólogo, es duro de ver. Prefiero mil veces ver a el Linterna en escorzo que a Jose Mª Iñigo haciéndose el gracioso.
Entre los programas con famoso que fracasaron estrepitosamente, dos formatos delirantes: “Desafío bajo cero” y “El primero de la clase”. “Desafío bajo cero” era un “Mira Quién se Hostia sobre Hielo” con famosos sacados del arroyo y presentado por un Manel Fuentes en estado –perpetuo- de desgracia. En cuanto a “El primero de la clase”, todavía no sabemos quién engañó a Punset.
En definitiva, vuelve el famoso familiar como alternativa al famoso de polígrafo[1]. Yuju. Lo único bueno es que a veces se mezclan democráticamente o se producen mutaciones. Quiero decir: que uno puede encontrarse al presentador de telediario Jesús BocasecaMan Alvarez bailando salsa al lado de uno de los Chunguitos, a Eduard Punset haciendo un programa con la mujer de Guti, o a la ex –ministra Celia Villalobos haciendo monólogos con el ex –striper Darek (dos de los nuevos invitados de Flo).
Qué lejos queda “Con las manos en la masa”.


[1] Vean también “Anónimos” y “Gente de mente”. Uf.

martes, 13 de marzo de 2007

ME GUSTA LA TÁRREGAS

Telemadrid no vive sólo de valenzuelas y buruagas. Hace tiempo que soy seguidora del late-night de la cadena, una verdadera experiencia televisiva llamada “Territorio Comanche”. Lo conduce Cristina Tárregas, ese diamante en bruto sin el “en” cuya afición por los bocadillos de panceta se ve que va en aumento.

La verdad es que la Tárregas me cae simpática, tan massielona ella, tan gobernanta, tan contestona y maleducada, tan póster de cabina de camión. La Tárregas fue pionera en adaptar la radiobasura a la televisión con su consultorio “Sóla en la ciudad”, que emitió Telemadrid en los años de Gallardón. Se hizo famosa por sus labios de palmípedo, su escote generoso y su voz de pajillera de cine X. Imagínense a Anne Nicole Smith presentando en directo el "Hablar por Hablar". Pues eso. Noche tras noche le caían proposiciones guarras y alusiones a Torrelodones. Y ella nunca se cerró el botón de la camisa, lo que le honra. La Tárregas entró en la televisión dando los toros en Canal Plus, al lado de Antoñete y de Manolo Molé, así que ya venía bregada de defender sus lolas entre taurinos, esos metrosexuales.

La presentadora intentó repetir el formato en Antena 3 bajo el sonrojante nombre de “Cristina, amiga mía”. Florentino Fernández se hartó a imitarla. El programa no duró y la pasearon por programas magazinescos de mañana y de tarde, hasta que con “Territorio Comanche” la Tárregas ha vuelto a encontrar la horma de su zapato. Sigue contando con llamadas en directo de los espectadores, que le hacen la mitad del trabajo: inadaptados sociales, nostálgicos de Encarna Sánchez, puteadores telefónicos, fans de Torbe.... Y Cristina habla con todos como si se estuviese tomando un guiscola, capaz de recomendarle a una ludópata que no se suicide porque en el Más Allá no hay tragaperras o de consolar a una señora porque a su marido le huelen las manos a pis.
“Territorio Comanche” tiene estética de segunda cadena de una tele local. Hasta los aplausos están mal enlatados. Y un tono de cachondeíto de madrugada, de no nos importa salir en todos los zapping, que me recuerda al mítico “Contacto con tacto” de Bertín Osborne.

Me gusta la Tárregas porque no se toma demasiado en serio a ella misma. Porque a veces se le escapa la risa maléfica y porque entiende lo bizarro hasta mutar en él. Me río con el dúo cómico que forma con Josemi Mirameynometoques Rodríguez Sieiro, al que le dan espasmos faciales cuando le preguntan si se puede sorber la sopa si se trata de una crema o si es correcto llevar medias sin bragas. Pero, de todo el programa, recomiendo especialmente la sección Barra Libre, en la que un callo femenino o masculino busca pareja. La Tárregas, a lo Heidi Fleiss, recibe las llamadas de los aspirantes y pone hielos con las manos en un vaso de tubo sucio. A sus espaldas, dj Móstoles pincha música de ascensor. Es terrorífico. No dejen de verlo. Y que TeleEspe siga dando trabajo a la Tárregas por muchos años (especialmente después del happening que le plantó a traición su ex–amigo Shangay Lily).

miércoles, 7 de marzo de 2007

RAZONES CULTURALES DE LA EXISTENCIA DE PATRICIA CONDE ( I )


Existe un tópico que dice que las mujeres no tenemos sentido del humor. Vaya por dios. ¿Será una cuestión cultural o genética?. Permítanme que me ponga en plan profesora de Estudios de Género de un campus norteamericano.

La risa siempre ha estado vedada a las mujeres. Durante siglos la hemos ocultado llevándonos las manos a la boca. La risa en la mujer debía ser discreta para no perder la compostura social ni caer en el ridículo. El humor, por lo menos en el ámbito de lo público, era cosa de los hombres. Después, el feminismo hizo dos cosas: un sector continuó robándonos la risa al seguir identificándola con la frivolidad. Y otro sector reaccionó impulsando un humor feminista, que nació con intención política y nos tuvo diez años escuchando el chiste de por qué las mujeres aparcamos mal el coche. Por fin, a mediados de los noventa llegó la autoparodia al humor femenino, lo que supuso una liberación en la comicidad de las mujeres y nacieron fenómenos editoriales y televisivos como Bridget Jones, Maitena o “Sexo en Nueva York”.
Año 2007, la ex miss Eva González gana “El Club de Flo” y la rpsg
[1] Patricia Conde es una de nuestras cómicas de cabecera. Qué chicas tan saladas. Humorcito del bueno. Conclusión: o bien llevamos años de retraso con respecto a los hombres en la práctica del humor o las mujeres tenemos menos gracia innata que un chiste de gangosos.

Con la excepción de Rosa María Sardá y su porte de cómica anglosajona, el humor femenino en televisión no sólo ha sido escaso sino también subdesarrollado. Lina Morgan ha sido nuestra Lucille Ball, y el “Un, dos, tres” nuestra factoría de cómicas, con La Bombi, las hermanas Hurtado y Beatriz Carvajal a la cabeza. Las Virtudes hacían sus bolos y Paz Padilla se ha hecho con el título oficial de graciosa familiar. ¿Dónde están las fans de los Monty Phyton, de Berlanga y Azcona, de Faemino y Cansado, de Martes y Trece, de La Hora Chanante, de cómics y de fanzines?.
Sabemos que el sentido del humor de hombres y mujeres es diferente. A las mujeres nunca les ha gustado Chiquito de la Calzada, sino reírse de sus maridos cuando andaban de puntillas y en calzoncillos aullando “¡gromenaueeeer!”. Pero tampoco nos merecemos series-sainete como las que nos colocaron el año pasado: “Con dos tacones” o “Ellas... y el sexo débil” eran odas al lexatín y al támpax que generarían misoginia en un marciano.
La realidad es que hay muy pocas humoristas y guionistas de programas de humor. Ánimo a Carmen Machi, Eva Hache, Yolanda Ramos y Anabel Alonso. No es que me parta con ellas, pero su humor no huele a hormonas.


[1] Rubia pedorra sin gracia, como diría Manel Comas.