Un blog de crítica de televisión

martes, 27 de febrero de 2007

D CALLE-TANA



El jueves lo he vuelto a hacer. He visto otra vez “D Calle”. Tantos programas esperando algún síntoma de mejora... Pero el enfermo está comatoso, tiene los días contados.
Así que me gustaría comenzar este post con un mensaje, como si estuviera hablando por la radio. Querida Cayetana: yo te veo bien en Versión Española, yo te defendí cuando se corrió el terrible rumor de tu lío con Aznar, me he olvidado de los gongorianos artículos que escribías en Diario 16 y hasta de tu boda en Ibiza. ¿Será porque una vez le llevé una foto a mi peluquera para que me hiciera tu peinado?. No lo sé. Pero hasta aquí. Me bajo. Como hizo Saramago con Fidel Castro.

Me bajo por tu exceso de personalismo, tu falta de vis cómica y tu poca habilidad para salirte de guión. Tampoco está bien que contrates como colaboradoras a tus amigas de la fiesta del pijama. A una que dice que vive en La Latina le voy a pinchar las ruedas del coche. El papel de lista-tonta es irritante. Sólo La Terremoto de Alcorcón, maestra en el manejo de la autoparodia, sabe defender su personaje. Pero “D Calle” está más encorsetado en guión que un programa de Fuentes. Hay una rigidez general que se percibe desde el sillón de tu casa, y que se hace especialmente bochornosa en las chicas del grupo. Las entrevistas son aburridas, complacientes, de telepromoción. Y la tertulia final sobre sexo, pareja, hijos y otros ítems de la mujer contemporánea, huele a Cosmopolitan. Se agradecen presencias como la de Silvia Grijalba, pero los lugares comunes son excesivos. El mismo perro, distinto collar.

“D Calle” fue presentado como un programa ácido, irónico, gamberro. Supongo que comparándolo con “Pueblo de Dios”, porque el sarcasmo que se maneja es de teletubie. Hacen falta contenidos audaces, no melindreces a cuento de la “mirada femenina” ni programas de género que se quedan en la versión intelectual de 5Mujeres.com. La transgresión de Cayetana pasa por hablar del “rollo bollo”, recomendar el nuevo libro de Hernán Migoya, o fumarse un porro y flipar cual Nicole Kidman en “Eyes White Shut”. Me parece muy bien, pero eso no es suficiente. Imaginación y contenidos, por favor. Sigamos la pista que dejó el programa “Carta Blanca”, una de las apuestas más arriesgadas e interesantes de los últimos años.
Otra oportunidad perdida de hacer un buen programa con mujeres
R.I.P

jueves, 22 de febrero de 2007

"AÍDA", CURAS Y PERSONAS DE TALLA BAJA



La semana pasada, a la productora Globomedia le han tirado dos veces de las orejas por la deriva de algunas tramas de la serie “Aída”.
Primero ha sido Tele5 la que ha metido tijeretazo en el episodio del último domingo, en el que la Machi se liaba con un cura. Una revisión a lo burro del Pájaro Espino que se emitió con algunas escenas cortadas. La explicación: no ofender a los católicos. Vaya por dios. Ni que una parodia del celibato fuese a producir un conflicto como el de las caricaturas de Mahoma.

El otro tirón de orejas llegó el mismo domingo. Una asociación de discapacitados ha denunciado a Globomedia y a Tele5 por “trato vejatorio” hacia las personas con acondroplasia, es decir, enanismo. En el capítulo de “Aída” del pasado 29 de enero, algún guionista sin escrúpulos ni sentimientos comparó a un enano con un repuesto del futbolín. En fin. ¿Recuerdan el sketch de Martes y Trece en el que una señora se lamentaba diciendo “mi marido me pegha”?. Como para volverlo a emitir.

“Aída” es el primer spin off de una serie española, nuestro “Frasier” de campanario. Ambos personajes salieron de dos bares, el Kasi Ke No y el Cheer’s, sólo que ella no es un psiquiatra snob sino una limpiadora cuya madre se va al baño al toque de “voy a cagar que esto ya está tocando braga”.
La serie empezó hace cuatro temporadas con bastante timidez y hoy hace un 30% de share. Entre los personajes: un ex-yonki, una puta, un niño gay, una abuela indeseable, una nieta choni, un hostelero machista y xenófobo. El humor de "Aída" es de un costumbrismo negro, a veces chusco, a veces brillante. Pero señores, así es el humor. Moncho Borrajo hacía chistes con pedos, Arévalo con gangosos, toda España con Irene Villa. Quien quiera ver la “La hora de Bill Cosby” que se compre los dvd.

La verdad es que las “Asociaciones de la Ofensa Mundial y Permanente” han transigido bastante con el personaje de Fidel, el niño marica. Sin duda, la mejor apuesta de la serie. Y me extraña que nadie haya protestado por abordar sin tapujos la homosexualidad en la infancia. Un chaval que parece el hijo natural de Zerolo y de Boris y que ya da pregones en las fiestas de Chueca convertido en un icono más del movimiento. Espero que la corona de miss Gay Infantil no le acabe pesando demasiado.

Volviendo a la trifulca en cuestión, Globomedia y Tele5 no deberían preocuparse tanto. Tienen a Los Serrano para compensar la balanza de la corrección política, esa bestia negra de los guionistas de televisión. Nunca seré yo quien tire la primera piedra. Que lo hagan los moralistas y los cursis.

viernes, 16 de febrero de 2007

CURRIVALENZUELA


Ayer empezó el juicio por el atentado del 11-M, así que si les parece aburrida la teoría de que fue Al-Qaeda y todo eso, les propongo un programita.
Curri Valenzuela (a día de hoy, sin noticias de su parentesco con Laura) modera la tertulia política del mediodía en Telemadrid, esa cadena en vías de desarrollo. Curri es como la hermana facha de Maria Teresa Campos, pero con menos telegenia que la mujer de Jaime Ostos. Su programa se llama "Alto y Claro", pero sus recursos para el directo son los mismos que los de un operario de una cadena de montaje. En realidad, Curri es la anti-televisión. Y aunque parezca que la acaban de sacar de un bingo, es una periodista de raza al rijoso estilo Carrascal.

Entre sus mil perlas figuran reflexiones como que la xenofobia la provocan los inmigrantes, que la ministra de cultura es fan de un grupo de rock que fomenta la pedofilia, su magnífica interpretación de una sueca ante los gritos de los piquetes de la cadena o el reciente despido del periodista rojo que tenía de cuota. La mayor pesadilla de Curri sería quedarse encerrada toda una tarde con la familia Bardem. A su lado, claro, Germán Yanque parecía un G.R.A.P.O.
Con señoras como ésta me pongo Manolo: que si un programa de cocina por aquí... que si debería estar cuidando a sus nietos por allá... Se me llevan todos los demonios de la incorrección política. Ahora que lo pienso: Curri ¿será Francisca?. Y la imagino como el tipo de vecina que no admite mascotas en el edificio, como la señora que se cuela en el mercado, como la abuela que esconde el chocolate. Prefiero mil veces a Isabel San Sebastián, la Barbie diabólica, que por lo menos no necesitaría un cursillo previo para utilizar el brain training.

Curri debería seguir los pasos de su amiga Cuca García de Vinuesa y dar la crónica social en Popular TV, el nuevo canal del arzobispado de Madrid. O hacer monólogos en La Sexta, al lado de Mayra Gómez Kemp. O anunciar compresas para la incontinencia (y no Concha Velasco, que la pobre ya tiene suficientes problemas). Ya lo dijeron los de La Excepción: “la Curri sólo para el pollo”. Yo, por mi parte, la propongo para el Micrófono de Oro, qué Buenafuente ni qué niño muerto.

lunes, 12 de febrero de 2007

COTO MATAMOROS: LA ZARPA Y EL MARTILLO

Esta vez, las hienas estaban domadas. La presa no era Raquel Mosquera o alguno de los incestuosos hermanos de Dinio, sino Coto Matamoros. Sus caras estaban tensas, aunque traían bien aprendida la lección de no dejarse intimidar. Apenas abrieron la boca y desplegaron todo un muestrario de caras de póker y sonrisas encajadoras. Lo tuvo muy difícil la periodista Ángela Portero, esa señora que va vestida de boda en cada programa y con la que el invitado ajustó cuentas personales hasta que se le bajó el cardado.

Coto Matamoros se sometió el sábado al detector de "Dolce Vita". Llegó muy agresivo y dispuesto a dar un buen show. Y lo hizo de libro. Sus fans pueden volver a decir lo del “puto amo” o vociferar gritos infectos tipo “ése Coto”. La máquina hortera dijo que no mentía, y él salió reforzado como un Sócrates de bajos fondos. Ha sido icono de la telebasura o la “telesangre”, como él la llama, la misma que se ha vuelto contra él y lo ha demonizado tras la muerte de Carmina. No entiendo de qué se queja.
Confío en no parecer moralista, pero ver a Coto me hace más efecto que mil anuncios de vomitonas o de gusanitos por la nariz del Plan Nacional sobre Drogas. Ver a alguien brutalmente enzarpado no es lo mismo que disfrutar con los excesos etílicos de Arrabal. Igual que una pelea entre los hermanos Matamoros vale por veinte polémicas de la familia Pajares. El enfrentamiento Kiko-Coto es de dimensiones bíblicas, psiconalíticas, y con episodios tan cinematográficos como paso seis años en la cárcel para salvarte y luego me follo a tu mujer.
Desde la épica del canalla y del vividor, Coto Matamoros puede parecer un personaje de Hugo Pratt, un elegante bribón del puerto de Marsella que ayuda a Corto Maltés en una operación turbia. O un malo-bueno del cine negro. Incluso un buen amigo del Rick de "Casablanca". Pero, desde una visión menos mitificada, Coto podría ser un portero de la discoteca de Kate Moss o la versión hardcore de Pocholo, un vendedor de anarquía y transgresión para adolescentes.
Después de Coto, el bálsamo anti-violencia vino de la mano de la tía más cursi y apollardada de la televisión: Rocío Madrid. Prefiero acercarme a la vida de un tío que se ha comprado todos los boletos para entrar en el club de la isquemia cerebral.